Big Ben
El Big Ben, La Torre del Reloj del Palacio de Westminster, sede del Parlamento Británico, ha devenido, en el transcurso del tiempo, el símbolo británico por excelencia y referencia de una de las características más populaes de su identidad: la inestimable puntualidad inglesa.
Ubicado en el corazón de Londres -aunque podría decirse que es él mismo su corazón-, el Big Ben está emplazado en la esquina noroeste del Palacio de las cámaras británicas, punto neurálgico de su vida política. Su nombre original es el de Torre de San Esteban (St. Stephen’s Tower). Diseñado en estilo gótico victoriano tiene 96.3 metros de altura y la aguja de hierro fundido que corona la torre mide 35 metros, su peso estimado es de 8667 toneladas. Los relojes de las cuatro caras están situados a 55 metros de altura. Dada las características del terreno sobre el que ha sido construida, es posible apreciar en la actualidad, según las estaciones de invierno y verano, una leve inclinación hacia la izquierda o derecha debido la contracción o expansión de su base provocada por la variación climática.
Aunque el mecanismo de su reloj fue terminado en 1854, la torre no se completó hasta 1858 y fue finalmente el 7 de septiembre de 1859 cuando su campana comenzó a dar las horas. Desde entonces y salvo las contadas ocasiones en las que el reloj se ha detenido por excepcionales motivos, parece dominar el ritmo vital de la mayoría de los londinenses. El secreto de su puntualidad parece residir en un novedoso mecanismo llamado «de escape de la gravedad», inventado por Edmund Beckett Denison -a quién le fue otorgado el título de Lord en reconocimiento- con el que se consigue contrarrestar los efectos que el viento, las lluvias constantes, la humedad y la acumulación de nieve ejercen sobre las agujas de los grandes relojes, haciéndoles perder precisión. Gracias a este mecanismo, la fama de su exactitud. Permanece en la memoria popular, como prueba de su fiabilidad, el hecho de que el reloj del Big Ben no se detuviera cuando, durante la Segunda Guerra Mundial, Londres fue arrasada por los constantes bombardeos de la Aviación Alemana sin que ellos consiguieran silenciar el repicar de su campana.
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